Según cuenta Jorge Luis Borges, en Islandia, allá por el año 100, existieron unos poetas que fueron célebres por inventar los kenning (o kenningar, en plural). 

Estos kenningar eran metáforas capaces de reemplazar directamente a las palabras que nombraban los elementos. Un ejemplo: al mar, no le decían mar, sino “Camino de la ballena”. Otro ejemplo: al pájaro le decían “Guardián del verano”.

MAR = Camino de la ballena.
PAJARO = Guardián del verano.

Los kenningar tuvieron su era de apogeo: eran cientos de palabras las que se iban cambiando directamente por sus kenningar correspondientes. A su vez, cada palabra podía tener decenas de variantes. Por ejemplo, la palabra “batalla” era “Asamblea de espadas”, pero también “Fragor de los dardos” o “Vuelo de lanzas”. Se usaban tanto que la gente ya conocía su significado y disfrutaba interpretando los poemas como si se tratara de descifrar un acertijo.

BATALLA = Asamblea de espadas.
BATALLA = Fragor de los dardos.
BATALLA = Vuelo de lanzas.

Con los años, los kenningar fueron desapareciendo. En Inglaterra comprendieron que terminaban trabando la poesía. En Escandinavia, en cambio, las llevaron hasta sus últimas consecuencias, hasta el punto de que todo era un kenning sobre otro kenning.

Después de siglos, los kenningar vuelven a nosotros en forma de consigna.